«Para mí lo mejor de la práctica es la diferencia en cómo entras y sales de la clase, a nivel emocional. Me sirve para reiniciar y sobre todo encontrar mi lado más relajado y tranquilo. A la vez que siento cómo el cuerpo va agradeciendo el esfuerzo en su justa medida».

«Echando la vista atrás, de como el yoga llegó a mi vida, fué en el único momento en el que perdí el rumbo. Todo lo conocido hasta ahora me costaba el doble de esfuerzo que antes. El yoga llegó a mi vida a traves del amor de María Jesús, por salud, tras experimentar en mi cuerpo el dolor crónico y los desequilibrios físicos y emocionales que éste traía a mi día a día. Fue María Jesús con su calor y su luz quien me ayudó a iluminar el camino que yo no era capaz de ver.
Con su amor, a través del yoga conseguí fortalecer la musculatura de mi cuerpo poco a poco. Pasaron años hasta que pude incorporarme a un grupo a compartir yoga, pero esos años practicando en privado, y junto a su visión de respeto y amor puro, hihicieron que conociera el yoga como forma de vida, la parte espiritual que te lleva a conocerte a ti misma, para así no perderte nunca más. 7 años de adaptación física y psicológica me costaron hasta llegar a la aceptación y comprensión de las limitaciones de mi cuerpo físico.
Gracias al yoga, todo comenzó a fluir, ahora mi vida es agradecimiento. Hoy mariposas revolotean a mi alrededor mostrando la belleza de pararte a respirar, y puedo ver con los ojos del corazón. Infinitas gracias».